La bodega Murillo Viteri es un oasis dentro del polígono industrial La Majadilla de Cenicero. Nadie diría que de allí parte el proyecto de fabricar tablas de surf con los corchos de las botellas de vino retornadas. Todo forma parte de la filosofía de Murillo Viteri, del concepto de sostenibilidad y reciclaje de la bodega, cuyas instalaciones son accesibles para discapacitados y que en el 2010 recibió el Premio Best Of por sus «Prácticas sostenibles en el turismo vitivinícola».

La bodega refrigera su nave de elaboración con el frío nocturno, abriendo automáticamente los ventanales si la temperatura exterior baja de 14ºC; mantiene la humedad en el parque de barricas gracias a un manantial que brota de la pared de roca y con cuya agua riegan los viñedos, y recicla las botellas usadas que vende a la hostelería cercana para reutilizarlas en el vino de mesa. Ahí entra de lleno el surf.

«Muchas de las botellas que nos retornaban venían con el corcho y juntábamos un gran volumen que nos daba pena tirar», recuerda Iñaki Murillo Viteri. A la corchera que los fabrica no les servían, pero «el corcho es un material mágico, súper noble, impermeable, resistente, flexible, con flotabilidad, y, además, es de la corteza de un árbol que ¡no hay que cortar!», describe Iñaki. En la bodega buscaron qué poder hacer con los corchos usados y encontraron a RichPeopleThings, una firma murciana creada por los hermanos «surferos y amantes de la naturaleza» Ángel y Gloria Rodríguez, que «no sólo cogen olas, también las aman, aman la Naturaleza».

Ellos habían empezado a recolectar corchos por los bares para construir tablas de surf «completamente ecológicas, con bioresinas para recubrir la estructura, porque no quieren surfear sobre material que contamine el medioambiente, y es que es un sinsentido que las tablas actuales sean bombas de relojería, con fibra de vidrio, poliuretano, petróleo…». «Nos gustó su proyecto y les dijimos que no recogieran más corchos como hormiguitas, que nosotros se los mandábamos», recuerda Iñaki. Cada tres meses llenan un jaulón de corchos usados y lo envían altruistamente a Levante. «Para nosotros, por nuestro concepto de bodega ecológica, es un orgullo poder decir que no tiramos nada, ni el corcho. ¡Reutilizamos todo!», presume Iñaki.

El trabajo de fabricación es artesanal, es decir, laborioso. Una tabla de surf pequeña tiene 1.500 corchos y la XXL, hasta 3.500. Quizá su condición natural también sea su pega: «Son las tablas más ecológicas y respetables, pero también las más caras porque tienen mucha mano de obra, casi 600 horas cada una». Pero si se desea una, sólo hace falta reunir los corchos residuales y, «con paciencia y un poquito de maña», seguir uno de los tutoriales que ha creado RichPeopleThings para fabricar tu propia tabla de surf. «No pesan, son elásticas… ¡Son la bomba!», exclama Iñaki.


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