Lo tienes todo preparado. Llevas siguiendo la previsión desde hace días y sabes que el parte de hoy es perfecto. Mar de fondo, offshore y solazo. El baño promete mucho y encima llegas al spot y…¡no hay nadie!
Te pones el neopreno a toda prisa, coges la tabla, leash, parafina. Vas corriendo hacia el agua, por un momento piensas en calentar y estirar un poco pero no, estás solo y sabes que esto seguramente no durará mucho, así que allá que vas, directo al canal, cuando de repente, clavando la mirada en las líneas que se empiezan a formar unos cuantos metros delante tuya te das cuenta de que te habías equivocado, no estás tan solo como pensabas… estás rodeado de medusas.
¿Medusas? Bueno, no pasa nada, tras un breve momento de titubeo, decides continuar hacia el pico, aunque inconscientemente el ritmo alegre de tu remada haya bajado bastante. El neopreno es un gran aliado porque cubre casi todo tu cuerpo, pero realmente estás rodeado de esos bichos lilas y tu atención no está donde debiera, que es en las preciosas series que te estás perdiendo, si no en donde te vas a situar para no salir escaldado. Es cuando empiezas a caer en la cuenta de por qué eres el único que estás en el agua. Quizás si hubieses calentado antes de entrar te hubieses dado cuenta de que no solo el pico estaba infestado de medusas, si no que en la orilla también había un buen regimiento de esas gelatinas urticantes…
Realmente esto no es más que una breve escenificación, un tanto exagerada o no, de lo que podría ser una sesión de surf con medusas, la cual suele presentar dos finales. El más doloroso es cuando se decide correr los riesgos y surfear en ese campo de minas. La experiencia nos dice que es prácticamente imposible acabar sin picaduras y, quizás lo peor, el baño no se disfruta ni la mitad de lo que lo harías en condiciones normales. A pesar de ello, seguramente todos lo hayamos hecho alguna vez.
Independientemente de lo que le afecte a cada uno la presencia de estos animales, sabemos que la opción más sensata es la de salir con la primera espuma que te devuelva hacia la orilla. De esta forma es poco probable que salgas con alguna picadura pero no deja de doler el irse sin surfear, sobre todo si las condiciones son buenas.
Por desgracia, encontrarse con las medusas un día de olas es algo que ocurre cada vez con más frecuencia, especialmente en verano, debido a la calidez del agua. Evidentemente no tiene la repercusión que se alcanza con otros animales que también comparten con nosotros el mar, pero la proliferación creciente de estos depredadores acuáticos es un hecho que provoca una preocupación cada vez mayor.
La problemática actual
Hay varios factores que, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), influyen en el creciente aumento de medusas en nuestros mares.
- El tan nombrado calentamiento global es un causante del incremento de especies que prosperan en latitudes tropicales.
- El uso generalizado de diques y la gran cantidad de puertos turísticos que existen en nuestras costas constituyen un hábitat ideal para las medusas en sus primeros años de vida.
- La ausencia de depredadores en algunos ecosistemas a causa de la sobrepesca parece ser uno de los principales causantes del aumento continuado en las poblaciones de medusas.
Consecuencias de esta situación
Según dicha organización, la situación actual nos llevaría a un océano de medusas que substituiría al océano de peces, es decir, un cambio de régimen global como consecuencia de la presencia abundante de éstas en casi todos los océanos del mundo.
La convivencia con ellas
Hay un aspecto que debemos tener muy presente; las medusas más habituales en nuestras costas son relativamente inofensivas, ya que provocan únicamente hinchazones y enrojecimientos leves en la gran mayoría de los casos.
Si echamos un ojo a algunos foros o artículos publicados en revistas de surf internacionales, nos daremos cuenta de que la convivencia entre surfistas y medusas en países como Australia no es tan sencilla como aquí, debido a la importancia de los daños que pueden causar a los humanos ejemplares de medusas que viven en esas latitudes. En este sentido, se han escrito libros como el Surf Surfvival, en donde, entre otros temas, la actuación frente a las picaduras de medusas se trata con profundidad.
En nuestras playas la convivencia, lógicamente, es más llevadera. En este sentido, han surgido recientemente algunas iniciativas y productos que tienen como objeto facilitar el disfrute del mar teniendo en cuenta la presencia de estos animales.
Una de ellas es la puesta en funcionamiento en 2012 de una aplicación que permite a los bañistas conocer las condiciones meteorológicas, corrientes marinas y presencia de medusas en el área de Barcelona. La aplicación, de nombre MedJelly, fue un éxito en su primer año de funcionamiento y actualmente abarca otras zonas del Mediterráneo.
Por otro lado, un producto que ha adquirido bastante popularidad es la loción anti-medusas. Consiste en un gel que en principio evita la picadura porque, por un lado, hace que los tentáculos de la medusa resbalen sobre la piel y por otro, desprende inhibidores que confunden a los sensores de las células urticantes, bloqueando la comunicación entre ambos.
A priori nosotros, dependiendo de lo precavidos o no que seamos, podremos seguir surfeando prácticamente sin mayores problemas protegiéndonos con el neopreno y otros accesorios varios como los escarpines. Si finalmente nos acaban picando, ante todo mantener la calma y aplicar los remedios clásicos. Según el libro Surf Surfvival, el mejor de los remedios es la aplicación de agua caliente sobre la picadura, puesto que ésta neutraliza las toxinas y evita que sigan entrando en nuestro sistema. Orina sería un falso mito y el vinagre solo estaría indicado para ejemplares muy concretos.
Así pues, esperamos que la aparición de medusas durante la semana pasada haya sido la última hasta el próximo verano, y si vuelven a aparecer, que sea por lo menos cuando no haya olas. Por si acaso.